Mucha gente lo seguía, y un leproso se acercó.
Y postrado ante Jesús, rostro en tierra, suplico;
“¡Si quieres, puedes sanarme!
“¡Si quieres, puedes sanarme!
“¡Si quieres, si quieres,
Si quieres, puedes sanarme!”
El señor lo escucho y le tuvo compasión,
Con su mano lo toco, y le dijo con amor:
“¡Si, si quiero sanarte!
¡Si queda sano!¡Yo lo quiero!”
Desapareció la lepra, al instante lo curo,
Y el hombre a todo el pueblo
Le conto lo que paso:
“¡Jesús me ha sanado! ¡Jesús me ha sanado!
¡Soy sano, soy sano! ¡Jesús quiso sanarme!”
Yo soy como aquel leproso,
Y humillado te suplico:
“Tú eres misericordioso,
Con tu mano tócame!”
Yo soy como aquel leproso,
Y humillado te suplico:
“Tú eres misericordioso,
Si quieres, sáname!”
“¡Si, si quiero sanarte…
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